lunes, 20 de julio de 2009

Dáte estos 5 permisos!

Cualquiera que no ostente alguno de estos cinco permisos no es una persona.
Y uno se pregunta, ¿qué es, si no es una persona?...
Será, con toda seguridad, un ser humano, tal vez también un individuo, pero... una persona NO.
Porque, como dije anteriormente, ser persona es mucho más.
1/ Me concedo a mí mismo el permiso de estar y de ser quien soy, en lugar de creer que debo
esperar que otro determine dónde yo debería estar o cómo debería ser.
2/ Me concedo a mí mismo el permiso de sentir lo que siento, en vez de sentir lo que otros sentirían
en mi lugar.
3/ Me concedo a mí mismo el permiso de pensar lo que pienso y también el derecho de decirlo, si
quiero, o de callármelo, si es que así me conviene.
4/ Me concedo a mí mismo el permiso de correr los riesgos que yo decida correr, con la única
condición de aceptar pagar yo mismo los precios de esos riesgos.
5/ Me concedo a mí mismo el permiso de buscar lo que yo creo que necesito del mundo, en lugar de
esperar que alguien más me dé el permiso para obtenerlo.
Estos cinco permisos esenciales condicionan nuestro ser persona. Y ser persona es el único camino para
volverse autodependiente.
Porque estos permisos me permiten finalmente ser auténticamente quien soy.
El primero dice que si yo soy una persona tengo que concederme a mí mismo la libertad de ser quien soy.
¿Qué quiere decir esto? Dejar de exigirme ser el que los demás quieren que sea: el que quiere mi jefe, el que
quiere mi esposa, el que quieren mis amigos o el que quieren mis hijos. Ser persona es darme a mí mismo la
libertad de ser el que soy.
Es probable que a muchos no les guste que sea el que soy; es probable que cuando otros descubran que
soy el que soy —y que además me doy la libertad de serlo— se enojen conmigo.
Todos podemos llegar a ser personas, pero si no empezamos por este permiso, no hay posibilidades; nos
quedaremos siendo individuos parecidos a muchos otros individuos que se sienten a sí mismos diferentes, pero
que obedecen y pertenecen al club de aquellos que no se dan el derecho de ser quienes son; que intentan
parecerse a los demás.
Las consecuencias de no ser una persona son infinitas. Por ejemplo, si soy una adolescente y necesito
parecerme a las demás, para ser aceptada me harán creer que debo ser delgadita como las modelos, alta y
espigada, y que debo usar determinada ropa. En este caso, al no darme cuenta que tengo la libertad de ser
quien soy, probablemente deje de comer y me vuelva anoréxica. Porque aquí, volverme anoréxica es inten-tar
parecerme a la que dicen que tengo que ser, no a quien yo soy. Es sentir que si peso 45 y la ropa no me entra,
yo no soy una persona. Este es un ejemplo brutal y terrible de lo que les sucede a muchas adolescentes que
vemos todos los días, a veces en la televisión, a veces en los diarios y a veces en las ne-crológicas. Porque las
chicas de verdad se mueren en este intento de parecerse a un modelo prestado.
Menos crueles y brutales son todas las cosas que nosotros hacemos para parecernos a ciertos modelos.
Terminamos forzándonos a ser lo que no somos, o a estar en donde no queremos estar. No nos damos la
libertad de estar en el lugar que queremos, de ser quienes somos.
La palabra persona es una palabra heredada del teatro griego, se usaba para llamar al actor que está
detrás de la máscara que representa al personaje. Es una derivación de per sonare, para darle sonido, y
designa al que verdaderamente habla, al que le pone palabras a la máscara, al que viene de darles sonido a
los personajes que actuamos, esto es, la figura auténtica que está detrás del personaje.
Ser autodependiente significa ser auténticamente el que soy, actuar auténticamente como actúo, sentir
auténticamente lo que siento, correr los riesgos que auténticamente quiera correr.

Extracto del libro "El camino a la autodependencia" de Jorge Bucay.

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